Artículo en Berria: "Chimeneas: una memoria en pie"

Artículo en Berria: «Chimeneas: una memoria en pie»

Chimeneas: una memoria en pie

 

Hace tiempo que las chimeneas se han convertido en un símbolo y un testigo del patrimonio industrial, pero también en muchas ocasiones en un ejemplo de uso erróneo de ese patrimonio. Expertas y expertos dicen que hay que «interpretarlas» y darles «un contexto», que no son solo simples elementos que no se han derribado.
Imagen: La chimenea del parque Etxebarria de Bilbao es el último vestigio de la acería Etxebarria. Foto: MARISOL RAMÍREZ/FOKU
Enekoitz Telleria Sarriegi –
Berria, 30 de septiembre de 2021
No es lo mismo estar que ser, ni poner que mostrar. Se puede mostrar la memoria, pero también hay que enseñarla. Más aún cuando eso que se quiere mostrar es la huella de lo que se fue y lo que hay que enseñar es el presente de aquel ir. Porque eso son las chimeneas industriales: la huella de lo que se fue, la memoria erguida y el hollín del recuerdo.
Y todos tenemos alguno alrededor, o en la memoria. Pero si las conservamos por el mero hecho de mantenerlas o de recordarlas, algo no se está haciendo bien. Jabi Puertas es presidente de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública. Esta asociación lleva 40 años promoviendo y reivindicando el patrimonio industrial. Dice que el tema de las chimeneas es «bastante sensible» para la asociación: «¿qué pasa? Que cuando derriban los talleres de antaño, cuando dejan la chimenea aislada, no nos parece un buen ejemplo. El precio del suelo en la Comunidad Autónoma Vasca hace que los lugares de trabajo sean idóneos para otros usos, como la construcción de viviendas, etc. Como las chimeneas ocupan poco espacio, las dejan aisladas, creen que con eso se mantiene la memoria de aquella industria, y no es así».
Ainara Martínez comparte esta visión. También es miembro de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y presidenta de la sección española de TICCIH (The International Committee for the Conservation of Industrial Heritage). «No puedo decir que esté contra las chimeneas, porque las chimeneas también son parte del patrimonio industrial: muchas veces es el único elemento que se conserva de una fábrica. Pero son partes de todo un sistema industrial y dejar una chimenea, sin absolutamente ningún contexto, no tiene sentido».
Puertas destaca que las chimeneas son casos de patrimonio industrial «mal mantenido»: «Malos ejemplos». Y, puestos a citar ejemplos, ha elegido uno: «Si se deja la chimenea aislada, en la mayoría de los casos, no se interpreta. En Bilbao, por ejemplo, la chimenea del parque Etxebarria. Allí la ves, te acercas, pero no sabes que ahí estuvo la fábrica Echevarría, ni la importancia que tuvo en la revolución industrial «.
Martínez ha admitido que las chimeneas tienen una «fuerza iconográfica», que las conectamos muy fácilmente con imágenes industriales; que conservándolas esta coneción se hace «directamente» y es «muy eficaz, pero a menudo es una trampa. Se deja la chimenea y todo lo demás se hace desaparecer. Pero ahí ¿qué ha habido? ¿Qué se fabricaba? ¿Cómo funcionaba? Una chimenea, por sí sola, no puede expresar eso. Es un elemento de emisión de humos o gases. Desde la arqueología, por ejemplo, difícilmente se podría deducir lo que allí se hacía viendo sólo una chimenea. Ahí lo que se pierde no es solo información, sino gran parte de la identidad y de la historia». Por eso dice que no está en contra del mantenimiento de las chimeneas, pero que es «crítica» con esa «tendencia» a dejar las chimeneas aisladas: «Porque es nuestra decisión tirar la fábrica y mantener únicamente la chimenea».
En definitiva, la de las chimeneas es una excusa para tratar sobre el patrimonio industrial y su gestión. La reflexión es de Martínez: «El patrimonio industrial no es solo arquitectura o ingeniería: detrás hay personas, costumbres, técnicas, profesiones… y si empezamos a vaciar todo eso de sentido, a quitar maquinaria, a quitar paredes, a dejar sólo chimeneas… es un efecto dominó. Como son elementos cercanos en el tiempo, parece que no hay tal pérdida, pero es cierto que han desaparecido muchas técnicas, que no hemos conservado los modelos de muchas máquinas… Las chimeneas, por eso, se convierten en algo así como un mero zombi «.
Más ejemplos
Puertas tiene claro que las ciudades y los pueblos tienen que avanzar, que no hay dudas al respecto, pero ha incidido «en la interpretación» del patrimonio conservado: «no todas las fábricas de antaño se pueden mantener, de acuerdo, pero en las que se mantienen el tema de la interpretación es muy importante». Pone un ejemplo: «Las torres Isozaki, en Bilbao. Allí mantuvieron un trozo de fachada, la del antiguo depósito franco. Te acercas a ella y no sabes lo que es, de dónde y a qué viene… A eso lo llamamos fachadismo, para indicar que no todo vale. A veces es mejor tirarlo todo que mantenerlo de esa manera «.
No hay un catálogo concreto sobre chimeneas industriales, pero sí existe un catálogo del patrimonio industrial de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, realizado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco en 2012, junto con la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública. El Gobierno de Navarra publicó en 2019 el libro Patrimonio industrial de Navarra, entre cuyos autores se encuentra la propia Ainara Martínez. No existe un catálogo escrito expresamente sobre el patrimonio industrial de Iparralde.
Según Puertas, su «Biblia» es la que depende del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, donde están recogidos los 500 elementos más importantes del patrimonio industrial: «Y hemos conseguido proteger unos 120 de esos 500. Nuestro trabajo es seguir apoyando a todos los demás y a los que vendrán «.
Y, entre los que han venido, están «luchando» por el patrimonio del astillero La Naval: «Porque hay edificios en ese solar que son de referencia en Europa y ahora mismo no sabemos si se mantendrán o no. Tenemos una relación bastante estrecha con el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco para intentar convencerles de que los proteja antes de que ocurra algo. Porque esa es nuestra prioridad: no tirar aquello que tiene valor y darle otro uso «, explica Puertas.
«Cada vez hay más interés en mantener el patrimonio industrial», destaca Martínez, «No es una nueva disciplina, pero en las nuevas generaciones, en los estudios universitarios, se percibe un mayor interés por el tema. Poco a poco, vamos avanzando; el problema es que el proceso de desaparición del patrimonio industrial es mucho más rápido que ese proceso de concienciación «.
La presidenta de TICCIH España también ha puesto sobre la mesa otra variable que se ha producido, sobre todo, en torno al cierre de las grandes industrias, económicamente «fuertes y significativas»: «Muchas de las demandas, protestas e iniciativas en torno a este patrimonio han sido voluntarias. Y ha habido un trauma colectivo tal que en torno a su cierre suele haber un proceso de duelo. Ahora hemos pasado del duelo a la memoria. Y eso también es destacable: la tendencia es positiva «.
Turismo industrial
Y dentro de esta tendencia surge otra rama: el turismo industrial. Javier Sánchez es miembro de Berdeago: es una asociación dedicada a temas relacionados con el medio ambiente. Tienen varias líneas abiertas y Turinea es una de ellas. Ofrecen itinerarios temáticos y están relacionados con el turismo industrial — estos días se están celebrando las jornadas Industrialdia, en Gallarta (Bizkaia) —. «Alrededor del turismo hay un error básico: mucha gente cree que el turismo es descansar en paisajes idílicos, y el sol, la playa y la montaña. Y eso está muy bien, pero el turismo es también satisfacer ese anhelo de conocer que tiene el ser humano. Por eso hacemos turismo cultural, etnográfico… y, en este caso, industrial «.
Sánchez ha destacado que el turismo industrial mueve «gente y dinero»: «Además de mantener la identidad, genera actividad económica». Y el País Vasco lo permite: «Nuestro pueblo ha sido industrial y es industrial. La conservación de estos elementos nos ayuda a recordar y entender; también a saber qué se hizo mal. Nos define como pueblo «.
Coincide con ello Ainara Martínez, quien asegura que el turismo industrial da «visibilidad» al patrimonio. De todas formas, ha advertido de que «hay que tener cuidado»: «Surge el riesgo de querer sacar un beneficio excesivo y, con ello, la banalización y la tematización».
Para Martínez, el turismo debe ser la consecuencia y no el objetivo: «Siempre subrayamos que lo primero es que la propia sociedad interiorice si quiere conservar ese patrimonio y por qué. Entonces vendrá el para qué. El turismo debe ser una consecuencia y no el objetivo; el resultado de un proceso «.